Hay días en la vida en los que uno siente que una parte importante de la historia personal se desvanece cuando una insigne figura desaparece. Tal es el caso de George Martin.
Aunque su labor como compositor, arreglista y productor a lo largo
de más de cinco décadas es enorme y muy variada (véase, por ejemplo, la
colección “Produced By George Martin – 50 Years In Recording”, que consta de 6
CDs y fue publicada en 2001), resulta absolutamente imposible desligar su
imagen de la de los Beatles. Y es que en 1962, cuando nadie – excepto Brian
Epstein – confiaba en los cuatro de Liverpool, George Martin tuvo el arrojo de
contratarlos para el sello Parlophone de EMI. Aunque hubiera sido sólo por ese hecho, millones de personas le estaremos eternamente agradecidos.
La aportación de George Martin como productor de los Beatles está
plenamente documentada y acreditada en los grandes títulos bibliográficos que se
han publicado sobre la materia, así que nada nuevo pretendo añadir al respecto
en esta glosa.
Pero sí puedo decir, desde la perspectiva de quien lleva muchos
años estudiando y admirando la obra discográfica de los Fab Four, que en mi opinión, el gran mérito de George Martin es
haber hecho progresar musicalmente a los Beatles como ningún otro artista lo ha
hecho en tan poco tiempo, con arreglos y enfoques musicales absolutamente
novedosos, y todo ello sin que los Beatles hubieran perdido en esa evolución ni
un ápice de originalidad y creatividad. Sin desvirtuarlos, más aún,
engrandeciéndolos. Ahí estuvo el secreto: supo conjugar la espontaneidad
desbordada de cuatro chavales que se forjaron en el rock and roll de los clubs
de Hamburgo y de la Caverna con el enfoque de un músico de formación clásica.
El resultado es de sobra conocido: la carrera musical más exitosa del siglo 20,
absolutamente vigente 50 años más tarde.
En su humildad y modestia Martin siempre sostuvo que los Beatles habrían
acabado por encontrar el éxito igualmente, aunque él no se hubiera topado con ellos.
Pero las cosas no ocurren por casualidad, de modo que él supo reconocer y vislumbrar lo que
otros no vieron. Y supo manejar con maestría la batuta para dirigir a aquellos “… cuatro hombres de talento inmenso,
fascinantes, imposibles, irritantes y jóvenes adorables que cambiaron nuestras
vidas…”
Así que hoy corresponde, en agradecimiento a su aportación a la
cultura musical de nuestro tiempo, corroborar lo que siempre he pensado, como
el propio Paul McCartney ratifica: si hay
alguien que merece el título de Quinto Beatle, ese ha sido George Martin.